Elección de Dios
La elección de Dios es más que una ley establecida, es un principio divino de vida, que establece su Voluntad omnipotente en movimiento.
GLENN EWING
La ELECCIÓN completamente llena la Biblia, exponiendo esta verdad tanto en precepto como en práctica, la elección de Dios es simplemente la divina elección de su Voluntad, aun cuando Él ha dado al hombre su propia elección soberana de voluntad.
En su Consejo divino, antes de los tiempos, Dios a través de su perfecta presciencia, eligió su plan como modelo para las edades, al escoger cada creación subsiguiente y lo selló con su Palabra de pacto.
Al haber creado las vastas dimensiones de tiempo, espacio y materia, también creó un ejército angélico para servirle. Luego, Él eligió o escogió poner a prueba el amor de ellos, la fe y la obediencia a su Palabra y los probó con “orgullo”. Ezequiel 28: verso 14 al 17.
Entre la tercera parte que cayó de su alta posición, se encontraba Lucifer, su cabeza, y a él, Dios lo eligió para probar a su creación venidera, el hombre. El más grande amor de Dios y su orden divino, al tratar con la raza de Adán, se ve en su presciencia, la elección y la predestinación.
Veamos algunas de estas escrituras. En Efesios 1: verso 11 leemos “…habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad”. Leemos el propósito del plan de Dios para la raza humana, en Génesis 1: verso 26, donde se lee, en su pacto con la prerraza: “HAGAMOS al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree…en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra”. Dios hizo a Adán sin pecado y como un sacerdote en el paraíso del Edén, él tenía dominio sobre toda la creación en la tierra.
¿Cómo él debió haberse regocijado cuando vio y leyó la elección de Dios para el hombre en las sesenta constelaciones del Zodiaco solar y lunar? Muy poco sabía que la historia de la redención en la elección de Dios de gracia lo involucraría. La creación angélica había sido probada con “orgullo”, sin embargo, Adán y Eva fueron probados con “conocimiento”, y cuando razonaron la Palabra pura de Dios, el pecado entró, y la fe pura de la Palabra de Dios fue muerta en sus corazones.
Al preguntarnos: si podemos entender de manera sencilla la maravillosa elección del Todopoderoso, trataremos de responderla por medio de cuatro preguntas que si las contestamos tendremos la respuesta a la pregunta anterior.
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La PRIMERA PREGUNTA es, ¿Cómo fue posible que Dios eligiera su completo plan y propósito aun antes de la fundación del mundo? Él lo hizo a través de la presciencia divina, al ser capaz de ver todo de principio a fin. Hacemos esto en una escala muy pequeña cuando escogemos o elegimos construir nuestra nueva casa. Primero la formamos en nuestra mente, luego la ponemos en un plano y finalmente la llevamos a su realización. Dios al conocer de antemano todas las cosas, supo que siempre habría un remanente de creyentes fieles a Él, en cada dispensación a través de los cuales Él ministraría su voluntad en elección. Él conoció de antemano a cada uno, que por su propia y libre voluntad escogería a su salvador mesiánico, y escribió sus nombres en el libro de la vida antes de la fundación del mundo. En Efesios 1: verso 4 leemos: “Según nos escogió (eligió) en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor”.
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La SEGUNDA PREGUNTA es ¿Cómo puede Dios en su soberana voluntad, esperar a cumplir su divino propósito de traer a hombres y a mujeres a su supremo llamamiento, o estado de madurez, cuando Él ha dado a cada hombre y mujer su soberana elección o decisión de voluntad? En su presciencia conoció cómo satanás lucharía a través de la pecaminosa naturaleza Adámica del hombre y por medio de la ley del pecado en sus vidas, pero Él también conoció al “HOMBRE”. Él conoció de antemano que en cada en cada periodo de la historia humana habría algunos que rendirían su voluntad a Él en vez de a satanás porque el Señor les pondría maravillosas promesas ante ellos. Vemos la misma situación cada día con la gente actuando con un libre privilegio de elección, cooperando completamente con diferentes instituciones que tienen sus propias reglas soberanas de práctica. Lo vemos en nuestro sistema escolar, en el trabajo e incluso en los hogares donde los padres tienen la elección o decisión para la conducta, así como los hijos tienen la suya. A causa de las recompensas del bien y del mal, las personas están dispuestas a cooperar con otros superiores a ellos.
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La TERCERA PREGUNTA ante nosotros es
¿Cómo podría Dios, en su elección predeterminar y señalar de antemano, o predestinar individuos para determinados eventos venideros, a fin de traer a cumplimiento su palabra elegida que había sido hablada anteriormente?
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Siempre a través de su perfecta presciencia de toda la gente y de sus hábitos y acciones en la vida. Dios, al conocer al hombre y a satanás, el tentador, conoció y vio de antemano las civilizaciones que surgirían y caerían como las olas del mar. Dios en su presciencia conoció el tiempo de declinación espiritual en la raza humana, por lo que pudo elegir de antemano su tiempo de juicio sobre personas y naciones. Ya que Dios conocía la vida completa de cada hombre, pudo escoger al que necesitaba para ese día, entre aquellos que elegirían servirlo plenamente. En su misericordia nuestro gran Creador, predijo a través de sus profetas escogidos, cada gran periodo de juicio para prevenir a su pueblo y prepararse para la ira que vendría. A través de estos cumplimientos, la elección de Dios fue probada y su presciencia fue establecida. Él vio y escogió de antemano a Noé, Abraham y Moisés, como hombres clave en sus días.
En Efesios 1: verso 11 leemos de su plan predestinado: “En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad”. Al conocer la vida buena o mala que el hombre viviría, Él escogió como “vasos de ira” a determinados hombres malos, que por su propia elección lo rechazarían. Uno de ellos fue el Faraón de Egipto en el tiempo de la Pascua. El gran Elohim al conocer la tentación y caída del hombre, también predeterminó y escogió la séptuple redención para el hombre, por medio del sacrificio de su Unigénito Hijo Mesiánico. “Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación: Ya ordenado (elegido) de antes de la fundación del mundo…”. I P. 1:19, 20.
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También vemos a los apóstoles Pablo y Pedro entendiendo plenamente la presciencia y la ordenación antes de la fundación del mundo en la elección de Dios, así que el apóstol Pedro comienza su primera epístola con estas palabras: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre….”. Por lo tanto, Dios confundió a Satanás, al conocer y elegir de antemano a sus hombres, el tiempo, lugar y eventos. Dios escogió de antemano el tiempo, el lugar y la manera del Calvario, donde Satanás fue destronado y derrotado para todo el que creyere y eligiera a JesuCristo.
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¿Cómo es que la predestinación de Dios hace que su divina elección permanezca?
La predestinación de Dios no deja a nadie afuera o interfiere en alguna manera con su elección soberana, pero Dios sí usa aquellos quienes libremente se ofrecen en su plan escogido. En el plan del Todopoderoso Elohim y su modelo para las edades, Él ha predeterminado y ordenado de antemano que tendría dos testigos firmes eternamente delante de Él. Estos dos testigos en la raza humana serían la nación de Israel y la Iglesia como dos entidades, a fin de que su soberana e inmutable palabra les diera poder para permanecer por medio de la elección. Dios conoció de antemano que mientras las multitudes no entraran en estas dos entidades, vivirían en derrota espiritual, y muchos se identificarían con Israel y la Iglesia, también sabía que siempre habría un remanente de fieles en estas entidades.
A través de estos remanentes fieles en cada dispensación, el gran Mesías haría que su Palabra de elección permaneciera. En la elección de Dios tocante a estas dos entidades, Dios se obligó por su Palabra de pacto asegurar la POSICIÓN individual, pero sería la obligación moral de cada individuo por medio de su elección personal como su ESTADO de desarrollo espiritual. Él sabía que muchos escogerían vivir y morir en un estado inmaduro, pero algunos, por su propia elección con amor, fe y obediencia a sus mandatos, heredarían las promesas, y alcanzarían la madurez en Él.
En los días del apóstol Pablo muchos cuestionaron la POSICIÓN de Israel ante Dios debido a su terrible ESTADO espiritual al rechazar e incluso crucificar a su propio Mesías. Leemos la respuesta del apóstol Pablo en Romanos 11: verso 1, 2, 5, 7. “DIGO pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual antes conoció. Así también, aun en este tiempo han quedado reliquias por la ELECCIÓN de gracia. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado (por sus obras); mas la ELECCIÓN lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos”.
Israel como una nación elegida permanece hasta hoy, aunque a través de los siglos de incredulidad ha sido terriblemente castigada por su ESTADO de rechazo. Un caso individual es el de Sansón quien se destruyó y a muchos otros, mantuvo su POSICIÓN; en Hebreos 11: verso 32, fue terriblemente juzgado por sus enemigos, debido a su ESTADO de desobediencia.
Ahora, mientras buscamos más evidencia del plan de Dios, su propósito y su poder en su elección, veamos sus creaciones que han permanecido a través de los últimos seis mil años de historia de la raza Adámica en la tierra. Contemplamos las mismas constelaciones de cuerpos celestes en los cielos, el mismo sol y la luna, miramos las mismas especies de cada creación que Adán vio y todavía permanecen en su llamamiento y posición en la elección de Dios para cada uno de ellos.
Supongamos que si Satanás peleara en contra de Dios y hubiera quebrantado su Palabra y destruido sus creaciones, entonces, hubiera mezclado las especies de cada creación en la naturaleza como la vida vegetal y animal para romper el balance entre la naturaleza y destruir todo el sustento del hombre y luego destruirlo a él de la tierra. Sin embargo, la Palabra de Dios, el Logos del Todopoderoso no puede ser quebrantado, ni su elección cambiada. Por lo tanto, debido a esto no ha habido pecado en ninguna de las creaciones antes mencionadas, cada una permanece después de siglos en su propio orden y especie.
Así que, en cada creyente, por el nuevo nacimiento, Cristo ha entrado para sellarnos hasta el día de la redención, Efesios 4: verso 30. El poder de la sangre derramada por nuestro Señor, para redimirnos completamente y el poder de Cristo morando en el espíritu para guardarnos, nos da reposo, en la posición en Cristo para nuestros espíritus recreados, hechos perfectos. La Palaba de Dios nos asegura esta posición eterna: “Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. I Juan 3:9
Una de las mayores órdenes de Dios en cuanto a la elección para Israel y la Iglesia, fue su ordenamiento del SACERDOCIO. Cuando los hombres establecen oficios en sus gobiernos humanos, entonces, eligen hombres para ocuparlos, así Dios ha escogido sus oficios ministeriales y a los hombres que estén en ellos tanto en Israel como en la Iglesia. Puesto que lo celestial es siempre el modelo de lo terrenal, leemos en la Palabra que Elohim al elegir a su unigénito hijo, Cristo Jesús, el Mesías como el Sumo Sacerdote el cual ministraría por fe los beneficios venideros del calvario a los pecaminosos Adán y Eva, al enseñarles que el pecado maldijo al hombre pero que por medio del Señor los siete beneficios del Calvario estarían disponibles y ministrarían al hombre necesitado a través de las leyes del sacrificio sustitutorio y la impartición por fe. En el Salmo 110 Dios establece un canto de pacto: “Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melchîsedech”.
Cuando el hijo unigénito de Dios, Cristo Jesús, nuestro Señor, fue elegido por el Padre para ser el Sumo Sacerdote del cielo, Él escogió probar su Mesianismo al cumplir todas las profecías bíblicas que hablaban de él.Estas profecías bíblicas fueron dadas a través de los profetas en el paso de los siglos, y establecidas como memoriales de redención, en las leyes Ceremoniales de la nación de Israel. Se centran en un triple cumplimiento. Cristo, para cumplirlas, debía cumplirlas en su ministerio de Sumo Sacerdote y en los sacrificios de ofrendas del pecado y de paz
Jesús había establecido que Él no vino a destruir la Ley sino a cumplirla. Él debía cumplir su propia profecía tocante a la redención, cuando profetizó en Mateo 12: verso 40 que Él cumpliría la SEÑAL del profeta Jonás. “Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Nuestro Señor eligió la manera en que Él cumpliría los diferentes ministerios al dividir su vida en ESPIRITU, ALMA y CUERPO de acuerdo a Hebreos 4: verso 12. En Levítico 16 se lee de este ministerio y su práctica en el Día de la Expiación, cuando el Sumo Sacerdote habiéndose preparado escogía dos machos cabríos como sacrificios para las dos muertes, la ofrenda por el pecado y la ofrenda de paz. Porque el pecado debe ser expiado por la sangre derramada del sacrificio escogido. Luego por la ofrenda de paz, sería separado, “Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”. Salmos 103:12.
El Sumo Sacerdote debía prepararse ya que después del sacrificio del primer macho cabrío por la ofrenda del pecado, debía llevar la sangre aún caliente al lugar santísimo y rociarla sobre el propiciatorio. Era una propiciación por el pecado, tanto para la nación de Israel como para el sacerdocio del templo. Luego, él rociaba la sangre en los cuatro cuernos del altar en el atrio.
Más tarde ese mismo día, el segundo macho cabrío era llevado por el sumo sacerdote a la puerta del oriental, donde en figura, colocaba los pecados sobre la cabeza del macho cabrío. Después, el macho cabrío andaba errante en el desierto alejando los pecados, en figura de las mejores cosas que vendrían hasta que los buitres lo desgarraran en el desierto.
Veamos desde la Palabra, el completo cumplimiento del ministerio del Sumo Sacerdote de Dios y los dos machos cabríos en Levítico 16: verso 7-10, para conocer que la palabra de Dios y su obra permanecen por elección. En el calvario, al morir en una cruz romana, la vida física de nuestro Señor derramó su sangre en expiación por todos los pecados de los creyentes. Todos nuestros pecados han sido puestos en su vida natural tanto en su cuerpo como en su alma, ya que Él tomó el lugar de los dos machos cabríos para las dos muertes. Su cuerpo y alma sin pecado, se volvieron pecaminosos, contaminados con nuestros pecados, y el Padre volteó su rostro y no pudo mirar el pecado.
Luego, el Ministerio del cuerpo se terminó, cuando la última gota de sangre cayó del cuerpo precioso de nuestro Señor, y su alma cargada de pecado esperó como el segundo macho cabrío para su muerte. Nuestro Señor clamó en Lucas 23: verso 46: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Esto muestra que su ESPIRITU no tenía pecado y ministró como el Sumo Sacerdote, ya que el Padre no hubiera recibido su espíritu si tuviera pecado. Después, el ESPIRITU del Sumo Sacerdote Celestial se levantó para llevar la preciosa sangre expiatoria al lugar Santísimo de los Cielos, así como el sumo sacerdote terrenal lo hacía cada año en el templo detrás del velo que fue rasgado. Esa misma tarde el espíritu del sumo sacerdote mesiánico regresó y se volvió el vehículo del alma que representa al macho cabrío y la guio al desierto del infierno, para andar errante en tormentas y muerte, alejando nuestros pecados expiados como está lejos el oriente del occidente. Salmos 103:12.
Dejemos que las santas escrituras testifiquen tocante al ministerio del Alma en el infierno: “Hazme puesto en el hoyo profundo, En tinieblas, en honduras”. Salmos 88: verso 6. “¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?”. Salmos 88: verso 14. “ Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado…”. Isaías 53: verso 10. “Del trabajo de su alma verá y será saciado”. Isaías 53: verso 11. Luego en Is. 52: verso 14, Dios ve el alma que tomó la forma del macho cabrío yaciendo todavía en muerte en el infierno. En Salmos 139: verso 15 uno ve la ELECCION de Dios obrando cuando Él vence la muerte con la misma muerte y logrando en sus sufrimientos la concepción de su venidera iglesia neotestamentaria. Luego en Salmos 16: verso 10 dice: “Porque no dejarás mi alma en el sepulcro (“infierno” vkj)…” Ahí el Padre impartió su eterna vida divina al ALMA azotada y Cristo se levantó en el reino de oscuridad y puso su talón sobre la cabeza de Satanás y le quitó las llaves de la muerte y del infierno. Apocalipsis 1: verso 18.
El Espíritu de Cristo actuando en la elección preordenada de Dios, para cumplir su propósito, y también cumplir todas las escrituras proféticas concernientes a Él y habiendo llevado la sangre expiatoria al lugar Santísimo de los cielos y dirigido al Macho cabrío celestial, al desierto del infierno continuó su siguiente ministerio sacerdotal. Él debía libertar a los cautivos. Bajo la ley Mosaica los habitantes de las seis ciudades de refugio no podían salir hasta la muerte del sumo sacerdote.
En Lucas 23: verso 43 leemos la última promesa y profecía de nuestro Señor, en la cruz: “Entonces Jesús le dijo (al ladrón): De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Hasta ese tiempo todo el pueblo de Dios que había muerto, había sido encerrado en el corazón de la tierra en una gran ciudad de refugio llamada Paraíso. Leemos de este lugar de habitación para el pueblo de Dios en 1°Samuel 28: verso 12-14. Abel había sido el primero y el ladrón el último en entrar al paraíso, que por cuatro mil años, mantuvo a todos los espíritus justificados de los hombres.
Cuando el espíritu de Cristo como sumo sacerdote entró triunfante en las puertas del paraíso, leemos en I Pedro 3: verso 18,19 la historia. “Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados”. Una extraña escena, el Cuerpo del Cordero
durmiendo en el CORAZÓN DE LA TIERRA en la tumba, y su ALMA como el macho cabrío sufriendo en lo más profundo del infierno para destruir el poder de la muerte. Ahí, el ESPÍRITU elegido de Dios para ser el Sumo Sacerdote fue al Paraíso durante tres días; el espíritu, alma y cuerpo del Señor estuvieron EN EL CORAZÓN DE LA TIERRA.
La escena en el Paraíso se ilustra en Salmos 68: verso 19 y se repite en Efesios 4: verso 8-11: verso “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. (Y que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?”. Qué gran éxodo o pascua cuando el ESPÍRITU-de-CRISTO guio a la multitud al cielo donde había prometido una morada para sus discípulos.
Después debía apresurarse para volver al infierno y resucitar el alma de nuestro Señor para ser vencedor sobre el reino de la oscuridad, y posteriormente entrar en la tumba para glorificar el cuerpo dormido y así el Señor resucitar completamente habiendo hecho una nueva creación de creyentes-sacerdotes y habiéndoles dado una herencia conjunta para gobernar y reinar con él.
Con este ministerio completo en el Calvario para el espíritu, alma y cuerpo, de cada creyente un nuevo pacto se instituyó, en la elección de Dios, establecido sobre mejores promesas, sobre una mejor sangre, que hace que cada creyente a la vista de Dios sea un sacerdote real.
Nuevas fuentes de poder milagroso se abrieron y una nueva herencia de promesas ensancharon las fronteras de bendiciones. Cada creyente nacido de nuevo en Cristo, lavado en su sangre por la fe y sellado con el Espíritu Santo, dado a nosotros, en este nuevo y superior orden de sacerdocio tiene pleno acceso al trono de la gracia. El velo de Su carne fue rasgado y como coherederos con Cristo, nos invita a reinar como vencedores con Él, en el supremo llamamiento del sacerdocio.
Rodeados de casi 700 mandatos en el Nuevo Testamento, que actúan como nuestras fronteras, y con la poderosa elección de promesas delante de nosotros, somos desafiados a subir a nuevas alturas en el monte de Zión y a poseer nuestra completa herencia en Cristo. No sólo somos sacerdotes de Dios, lavados en Su sangre preciosa, redimidos del pecado que daña la vida, sino Dios nos ha dado de su Espíritu Santo, para disfrutar nuestro Pentecostés y nos ha revestido con su poderoso Espíritu.
En su elección, Dios ha establecido nueve ministerios para la iglesia Neotestamentaria y cada creyente nacido de nuevo en Cristo como un pámpano de la verdadera vid debe hallar su lugar ya sea en el oficio de Apóstol, Profeta, evangelista, pastor, maestro, anciano, diácono, ayudas, o gobernaciones.
Tenemos a nuestra disposición la vida del Calvario, en el cual, los siete sufrimientos del Señor forjaron siete beneficios, para madurar a cada creyente en la plenitud de la estatura de Cristo.
1. Recibimos su beneficio de justificación, que es una vez para siempre, en el nuevo nacimiento y la sangre, así como a nuestros hijos tienen una Posición eterna en nuestra familia debido a su nacimiento y sangre.
Los siguientes seis beneficios son para nuestro crecimiento espiritual para alcanzar la madurez y las recompensas de los vencedores. También estos beneficios son experiencias diarias y prácticas de la fe.
2. El segundo beneficio es la santificación la cual es progresiva con crecimiento.
3. 3. Luego sigue la sanidad divina para el cuerpo cuando se necesita, también
4. la salud divina cada día a medida que aprendemos por la fe a poner “EL CASTIGO DE NUESTRA PAZ EN ÉL." Isaías 53:5.
5. Después aprendemos a aceptar por la fe el siguiente beneficio del Calvario, PAZ Y REPOSO y
6. también su vida resucitada y, finalmente,
7. la gloria de Dios, en una continua vida de alabanza.
Recuerda que tu POSICIÓN es eterna ya que “nunca perecerás”. Juan10: verso 28. Sin embargo, tu estado de crecimiento espiritual es tu elección, y te coloca en alguno de los rangos del sacerdocio en Cristo." Y a los que predestinó, a éstos llamó; ya los que llamó, a éstos también justificó; ya los que justificó, a éstos también glorificó "Romanos 8:29-30.