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Camino de piedra

La senda clara

 

 

Por Roberto Ewing.

La senda clara es recta, limpia y brillante. Debe ser recta para que ninguna curva oculte la meta; limpia para evitar una caída de un árbol o un derrumbe en el camino. Debe ser brillante si la visión es duradera. ¿La senda donde tú caminas es clara? El caos se está volviendo común. No es raro en las actividades universitarias el ser amenazado, los horarios empalmados y las vidas frustradas. El verdadero cristiano sabe que estos son efectos secundarios. Para cada efecto hay una causa.

El hombre moderno se considera recto, tolerante y justo. Él se considera limpio porque en la “Nueva Moral” muchos se justifican al decir que mientras haya “amor”, no hay una conciencia sucia. Y quién se atrevería a decir, en la era más iluminada, que cada uno no es un “iluminado”. “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte”. Pr.16:25.

Un estudiante discapacitado escribió desde una de las universidades estatales más importantes acerca de la crueldad racial: un estudiante fue golpeado afuera de su dormitorio, sin que nadie lo ayudara. Aparentemente no hubo ningún buen samaritano. Sin embargo, los que se supieron de lo sucedido fueron a su dormitorio y buscaron ayuda, no del Consolador sino más bien del espiritismo.

 

Una búsqueda honesta.

En nuestras visitas a varias universidades, encontramos que los estudiantes desean honestamente encontrar  la senda clara. Los estudiantes de teología no son la excepción. A veces,  los estudiantes tienen el amor de Cristo y entran a institutos teológicos fríos y se vuelven inútiles. Pablo señala  la causa principal de esto, cuando dice: “…la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.” I Ti.3:15. Cuando una columna se desmorona, entonces el techo se convierte en escombros. El presidente de uno de los seminarios líderes de América dijo que la tragedia de la Teología Moderna es que ésta se ha convertido en escombros. No hay porque asombrarse de que Dios está reviviendo la visión de la Iglesia Neotestamentaria, la verdadera Iglesia del Dios vivo; porque en ella descansa la esperanza de la verdad.

La senda de Dios es recta. “Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará (hará rectas) tus veredas.” Pr. 3:6. El camino de Dios es limpio. “y será llamado Camino de Santidad; no pasará por él inmundo.” Is. 35:8.

El camino de Dios es brillante. “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Pr. 4:18. La Iglesia del Dios vivo que Pablo menciona se llama “el Camino”. Saulo se propuso perseguir a los que estaban en el “Camino”. Hch. 9:2, 3, 11. Sin embargo, allí descubrió “el camino”. Para él era brillante, ya que la luz lo derribó. Era limpio y derecho. Porque ahí “…en la calle que se llama la Derecha…” Ananías fue enviado para bautizarlo y ponerle las manos para que recibiera el Espíritu Santo. Su ceguera fue sanada y se convirtió en Pablo en lugar de Saulo.

El cambio de nombre indica que este nuevo camino también le cambió otras cosas: sus propósitos. Lo que una vez él amó, ahora lo odia y viceversa. Su dirección cambió, pues Cristo atrajo a sí a Pablo. Sus prioridades cambiaron, pues se dedicó por completo en anunciar el Evangelio de JesuCristo. Sus convicciones cambiaron, tanto que clamó “He acabado mi carrera” y entró con gozo al martirio por causa de la fe, que una vez trató de destruir.

 

El reposo de Dios.

Una característica del derramamiento del Espíritu Santo en los tiempos del fin sobre la cristiandad hambrienta, es la revelación divina por medio de visiones y sueños ungidos. Hch. 2:17. Una vez Dios me mostró las sendas de luz, alineadas paralelamente. Éstas se extendían en el cielo de norte a sur. Unas eran grandes; otras, pequeñas. Para cada senda de luz había un túnel proporcionado a su tamaño que la guiaba. La interpretación de esto es que las sendas son los propósitos de Dios del tiempo del fin. El Señor tiene grandes y pequeños propósitos. Los túneles representan el principio de reposo. “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.” He.4:9, 10. Algunos de los hijos de Dios permiten solamente una fracción del reposo de Dios para que obre en sus vidas; mientras que otros permiten más. En esa medida, Dios podrá usarnos para cumplir sus propósitos del  tiempo del fin

 

 

Tampoco sus propósitos deberían ser tomados a la ligera. Porque Dios es soberano. Lo que nos acontece repentinamente al Señor nunca lo toma desprevenido. Él ha tenido millones de años no sólo para prever, sino también para hacer una completa provisión sobre cualquier emergencia. Algunas veces al tener nuestros ojos en las tormentas de la vida, olvidamos que hay alguien en el barco quien es Señor de la tempestad y las puede calmar. “El justo por la fe vivirá”.  Olvidamos que en la sabiduría de Dios, Él le ha dado al hombre un libre albedrió para que elija su camino, aun una senda equivocada, antes de que el Señor pueda justamente evaluar al hombre en el Juico del Gran Trono Blanco. Así que Dios nos da una fe especial para que podamos ver el final y no únicamente el presente.

Las profecías que tratan con la primera venida de Cristo, vistas en Daniel, confirman este aspecto. El profeta Miqueas predijo que el Mesías nacería en una pequeña población. Miq. 5:2.

El piloto de un avión puede volar sin ver, solamente por instrumentos. Él tiene la seguridad de que cuando exteriormente todo puede parecer como una senda oscura, en realidad para él, es una senda clara. ¿Cuánto más los hijos de Dios debemos someternos al radar interno de su Presencia? Debemos salir con las instrucciones de su Palabra, el panel de control divino, entonces, viajaremos a través de la oscuridad a nuestro alrededor. Se requiere de fe en la Palabra de Dios, donde descansa la senda clara.
 

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