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Explosión Divina


Por Roberto Ewing.


Dos extremos se ven en los anhelos sicológicos: un extremo es cuando un anhelo se convierte en una manía, te encierra dentro de una jaula; el otro extremo es cuando los anhelos se secan, el impulso muere. Sin embargo, cuando los anhelos del alma son espiritualmente motivados, llegan a ser explosivos divinos.

En la vida estudiantil ocurre lo mismo. El alumno cristiano, como cualquier otro, se confronta con una alternativa en la vida diaria. Cuando Cristo habló a la mujer samaritana, el Señor se levantó sobre este dilema, porque con Dios hay otra alternativa.

 

Ella pensó que Cristo la trataría como un hombre a una mujer, un judío  a una samaritana, uno de la religión judía a una de la religión samaritana. En verdad, él no estaba avergonzado de ser un hombre, un judío, pero si se hubiera limitado por las categorías reducidas de ella, se habría levantado una pared entre ellos.

 

Este mismo principio se mira cuando Josué confrontó al hombre con la espada desenvainada: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Y él respondió: No; mas príncipe del ejército de Jehová, ahora he venido”. Jos. 5:13. 

Todo estudiante necesita levantar el poder del Espíritu Santo, la paloma celestial de Dios, para no identificarse con las presentes fricciones, sino con la causa eterna. Muy a menudo al hacer esto, uno encuentra que Dios es lo suficientemente grande, para entender los hechos verdaderos en ambos lados de las barreras humanas.

 

Él más alto anhelo del hombre que lo impulsa hacia delante es el de la “adoración”, encontrado en el espíritu humano. Alguien, habiendo observado al siquiatra, remarcó: la tragedia de la sicología moderna es que ha ignorado al espíritu humano, al eliminar, por lo tanto, la responsabilidad básica del hombre para Dios. 

Sin este fundamento, los otros anhelos no pueden perpetuarse sobre una base normal sin sufrir una deterioración final. Por supuesto que el hombre tiene instintos físicos: hambre, sed, sexo, y una característica de esta era, Cristo lo dijo, sería que se parecería a los tiempos de Noé, y de Sodoma y Gomorra, donde los instintos físicos ensombrecieron todos los otros anhelos, particularmente el espiritual.

 

 

 

¿Cuáles son los anhelos del alma? El anhelo de preservación (que es el deseo por el sustento diario); el deseo de expresión propia; el de seguridad; el de lealtad; el de poder; el de curiosidad de conocimiento por experiencia, razón y revelación; y finalmente el de aceptación.

Éstos permanecen iguales en cada generación, aunque los antecedentes difieran. Por ejemplo: las preguntas principales del ayer concernientes a la evolución, la autenticidad de las Escrituras, y la ciencia contra la religión, todavía son importantes, pero de alguna forma el cambio se ha venido a enfocar más sobre la acción social, la contaminación y el destino del hombre que sobre su origen. 

Por supuesto, varían en diferentes áreas que han sido afectadas o no por el materialismo moderno, sin embargo, hay una búsqueda sincera por la realidad espiritual. Dios es lo suficientemente grande para estar sobre cada énfasis pasajero, y en manera simultánea puede responder a la profundidad del deseo del alma

 

 

 

¿Cómo se relaciona Dios a la necesidad de estos anhelos del alma? Si el Señor los ha creado, él tiene seguramente la respuesta para cada uno. Dios los ha hecho unos barriles potenciales de pólvora, de explosivos divinos, en el buen sentido. Mientras que los explosivos del hombre destruyen, el poder de Dios edifica por la eternidad. La explosión humana  destruye, mientras la otra bendice. Nota en el evangelio de Juan cómo cada “Yo soy” de Cristo suple la relación para cada anhelo del alma.

  1. 1.    “Yo soy el pan de vida” . Jn. 6:35. “Danos hoy nuestro pan cotidiano” significa, como el diccionario también define, el “sustento diario”. Los estudiantes que no saben de dónde vendrá la colegiatura del siguiente semestre, pues la existencia diaria es una lucha, necesitan confiar en las promesas de Dios, y permitirle al Señor que obre en esta área. Cuando Satanás rige nuestro anhelo de preservación, lo que resulta es el cáncer de la codicia.

  2.  “Yo soy la luz del mundo”. Jn. 8:12; 9:5. El anhelo de expresión  no es malo si permitimos a Cristo dentro de nosotros ser el que se exprese. Su presencia a través de nosotros alumbrará el camino para la humanidad confundida y atribulada.

  3.  “Yo soy la puerta de las ovejas”. Jn. 10:7. El antiguo pastor cerraba la puerta del aprisco en la noche para la seguridad de las ovejas del peligro ¿Estás en peligro? Ancla tu anhelo en Cristo. Permítele ser tu puerta.

  4.   “Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas”. Jn. 10:11. La fuerte urgencia del alma por lealtad a la verdadera identidad puede enfocarse en él.5.    “Yo soy la resurrección y la vida”. Jn. 11:25. Cristo probó su poder al resucitar a Lázaro que había estado muerto y enterrado por cuatro días.

  5.     “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Jn. 14:6. El Señor pudo decir “Yo soy el camino” al cielo sobre la base de “consumado es” (conseguido). A través de este logro de su parte, lo conocemos a él como el Salvador eterno. También a medida que nos dedicamos a realizar ciertas tareas, obtenemos conocimiento en su cumplimiento.

  6.     “Yo soy la verdad”. Al obtener conocimiento de sus Verdades, Cristo es real para nosotros. Obtenemos de su conocimiento como “Yo soy la vida”, al conocerle a través de las aventuras de la vida, pues el Señor se manifestará.    “Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros”. Hch. 1:8. Los anhelos del alma necesitan encenderse con la llama del Espíritu de Dios. Los hábitos caen, como las cadenas, y la dinámica divina penetra nuestras palabras.

  7.  “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Jn. 15:5. El anhelo de aceptación sustituye la soledad, cuando habitamos en Cristo y el fruto abunda.

  

 Un cristiano es un discípulo. Su caminar de fe le abre nuevas perspectivas, a medida que encuentra que Dios le guía en las sendas preordenadas y experimenta a Cristo como su “Yo soy”.

    Pablo clamó: “¡A fin de conocerle!”. Después, cuando el apóstol Pablo y su equipo entraron a la ciudad, los habitantes gritaron: “éstos que alborotan al mundo, también han venido acá”. El que te ha hecho, te ha dado anhelos que son como barriles de pólvora en tu interior. Permítele encenderlos con el fuego del Espíritu Santo y se convertirán en explosivos divinos para Cristo. 

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